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PAN CON BUENA ESTRELLA

 En la LOMLOE se habla de propiciar “situaciones de aprendizaje”. No sé si que alumnado y profesoras de 3º PMAR coman enfiladas y bizcocho como si no hubiese un mañana podría ser un buen ejemplo.  Rico, rico, pero… ¿eso es aprender? Lo pregunto, pero sé la respuesta. Y más después de visitar la panadería de la que os voy a hablar. El pan alimenta a medio mundo, y su escasez o subida no es para tomarse a broma, es el detonante de sangrientas revoluciones. No es un tema banal.

Vimos, guiados por Dalila y Jesusa, sus propietarias (muchísimas gracias, estuvieron encantadoras), cómo en la panadería LA ESTRELLA, una microempresa familiar de Soto de Luiña,  se utilizan harinas castellanas de calidad, levadura de verdad (un ser vivo, un hongo, nos ayuda a hacer el pan),  agua, sal, mantequilla y poco más. No añaden emulgentes, espesantes, antiapelmazantes, impulsores, colorantes, etc. Nada de cereal transgénico. Pero todo muy tecnificado: cámaras de fermentación, amasadoras, cortadoras, hornos grandes como habitaciones.

Trabajan con distintas  materias primas (harinas de trigo, maíz, centeno) y  concentran procesos de elaboración, distribución y venta en un mismo negocio;  hablamos de cómo se integraban allí el sector primario, secundario y terciario. Nos contaron anécdotas de las inspecciones de sanidad, los impuestos que pagan y otros detalles del negocio. Conocimos a los panaderos, trabajando  fuertemente desde las 3 de la mañana y charlamos con todos, incluyendo varias de las repartidoras del pan, que diariamente  se recorren íntegro el concejo de Cudillero.  En la mañana que estuvimos, pudimos ver la masa de las enfiladas, moldear algunas de ellas, esperar a que “subieran” o fermentaran, hornearlas y comerlas. ¡Qué buen manejo se dio Cheyenne haciendo la forma de una trenza! Y Mateo, muy atento, descubrió en un depósito que el agua sale a 5 grados para ligar  la harina.

Amasan unas 10 veces al día, por 25 Kg. de harina (un saco). Las listas manuales, pero muy claritas, de las barras de cuarto o medio Kg.,  bizcochos, enfiladas pascuales y empanadas que salen para el reparto, vuelven sin vender o se despachan en la tienda adosada nos hacen comprender la importancia de la matemática en la vida cotidiana.

No solo de pan viven  el hombre y la mujer. Con un café en el bar que tienen sobre la panadería y el rico bizcocho al que nos invitaron repusimos fuerzas: todo fue divertido y distinto ese último día antes de vacaciones. Y, quién sabe, quizá se despertó alguna vocación.